jueves

a veces

Abro los ojos. El cielo me sonríe. Una lágrima sale de mí más una sensación de revoloteo estalla. Revuelta de carnero. La sensación de haber dado vueltas y vueltas en un día de encierro. La sensación de estar en el borde y dudar si hacerlo o no. La duda, una vez más. Es tiempo de dejarla atrás. Mirada segura, ¿optimismo voluntario? El cabello crece y crece. Cada vez fiel a las tijeras y el olor a miel de la cera que limpia cada poro de mi cuerpo. Bolas de pelo salen de mis peines. Los cabellos en la toalla, cabellos en la almohada. Llevarlo suelto al viento. Cabellos en la axila. Cabellos en la entrepierna. Pero puedo controlarlos. Sentir el crecer y cortar infinito del cabello. Me dijo una tía que el cabello no se corta sólo se enreda entre mis dedos, tu cabello. Las ondas que generas desde tu cerebro encrispan mi panza. Cabello castaño. Cabellos en las piernas protegen del invierno. Pero yo suelo cortarlos, de un lado. Darle forma a los cabellos de la pierna es difícil y antiestético. Hay que sacar cada bello, cortar los que no salen. Dejar la piel viva. Algunos salen de los dedos de los pies. También se cortan pues se ven feos. Todo el cuerpo sin bellos menos la cabellera larga y frondosa de la cabeza. Así está el cuerpo. Sin bellos. Con órganos. Inflamación. Expulsión. Sin órganos. Con bellos. Mi cuerpo está así. Con bellos en todo el cuerpo salvo mi cabeza tiene corto y melenudo. A veces me lavo el cabello, me agrada mi olor. Cada cierto tiempo les agarro cariño más no los quiero sacar. Ni que me los saquen. Mientras más los dejo crecer menos los veo. Y así también a veces ando a piernas peludas. Peinar los bellos de las piernas. Y las cejas. También hay que sacar algunos de las cejas para dar la forma. El rostro. Si se cae una pestaña puedes pedir un deseo. La colocas sobre la yema de los dedos gordos. Tu yema del dedo gordo y la mía. Quien se quede con la pestaña se le cumple el deseo. Así jugamos. Por el deseo de juntar tus bellos con los míos. Y de repente quedarse sin pelos sin bellos de la nada. Acercas tus yemas buscando las mías. Llevas tus yemas siguiendo las mías. Vas caminando sobre mi palma, sigues por la muñeca. Te encuentras en el codo y lo recorres haciendo remolinos con mis pelos. Das vueltas por mi brazo deslizándote sobre mis pelos. Bailan los bellos y las yemas. Bailamos al ritmo de nuestra respiración, yemas y bellos. El baile no se detiene. Cada vez nos enredamos más. Más. Más. Se me paran los pelos. Aumenta la respiración. Poros abiertos. La vuelta de carnero. Saboreamos el néctar. Estática. Todos los bellos erizados. Un electrocutazo. Luces estroboscópicas. Electroshock. Corte en la respiración. Dolor en el esternón. Electrocutación de idea uno. Punzada en la sien. Piel de gallina. Corte en la respiración. Electrocutación idea dos. Punzada en la sien. Hormigueo en los dedos sube por el brazo. Siento hormigas en la columna. Despierto de un somnífero, abro los ojos, sudado el cuello la frente del otro mundo. De cuantas capas de piel está hecho nuestro cuerpo. Cuántas pieles de mi te han cubierto. De tu piel me cubría. Hasta que ya no más. Ahora café sin azúcar más bien papelón. El papelón lo produzco tú lo incitas. Mi cuerpo se descuera de tus capas. Tú lloras pidiéndome que no meta más el dedo en la llaga. ¿Cuántas llagas me hiciste? Heridas que aún no cierro. Cada una de ellas es una lágrima que corre por mis mejillas. Mi dedo se descama, es posible que pierda las uñas. Las capas de piel se caen por el sol. Las quito. Como si cada piel es un momento quiero borrar todos los momentos. Borrar mi piel. Desaparecer. Pero no. La corriente del agua desplaza fluidos. La palmera que me da sombra me invita a colgar una hamaca. Otro café sin azúcar, enciendo un cigarrillo eligiendo dónde. Cuál será el lugar preciso, si aún podemos hablar de precisión. Precisamente desaparecer es lo que la hamaca me entrega. Me subo y balanceo. Un ir. Venir. Ir. Venir. Ir a ninguna parte. No buscamos llegar a algún lugar, tampoco. Era solamente el sentarse en la hamaca y balancear. Balancear un rato como no sería más. Porque no nos encontrarémos, no iremos. No hay otro lugar para nosotros. No hay. Mientras los gatos corren a mi alrededor... en busca de sobras para alimentarse . Encuentro el punto de equilibrio. Flotando en la hamaca. Otro cigarrillo. A veces quieres ser gato o perro. Oliendo el rastro. De lo que ha quedado.

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