martes

dia xx


Las mañanas componen el animus del día, el desayuno sienta las notas de la melodía que se entonará. La mañana vuela a ritmo de ave migratoria, a ritmo de rayos del sol después de las ocho de la mañana, al ritmo de una percusión que define el momento antes del movimiento. Cada paso dado es un triángulo equilátero que conforma el ángulo de mis movimientos. Cuento cuantos grados de inclinación ha de tener el ángulo del triángulo. Estos triángulos convergen en el punto exacto de la melodía entonada para transcurrir el día. Transcurrir, discurrir, fluir es el vaiven de ir entre ángulo y ángulo. Cuando me encuentro con los noventa grados es el momento de tomar un juicio recto, una decisión total. Seguir o dejar, comer o ayunar, agua o sed. Si avanzo por el obtuso, mi juicio se difumina en el tuyo y somos una nube de electrones que convergen, ayuno, vigilia, cuerpo con sangre, cuerpo sin sangre. Los escalenos son mucho más propicios a los pasos de a veces, sin tomar decisiones. Muevo el cuerpo como un compás haciendo un semi círculo apuntando al sol las manecillas marcan el ritmo entre la luz y la sombra. La luz es al azar como la oscuridad es al orden. Todo depende de lo que pueda ver, ante la ausencia de luz me estructuro. Continúo el día, entre los triángulos, ayuno, ángulos, azar, rebeldía y el espacio entre ellos. Puede haber un momento en el que dos triángulos se junten y formen un cuadrado. También otro triangulo y un circulo sale una elipse. Pero no es eclipse del día, es el punto del instante eterno que todos los días no tienen. O si? Cuestión de percepción cuestión de sensación. Cuestión de afecciones. Cuál cuestión de la cuestión, reconozco luego percibo, huelo luego siento, miro luego afecta. Cada uno de estos es un círculo sobre el círculo que circunda al triángulo rozando los lados del cuadrado. Veo cuadrados al lado de mi cama, veo cuadrados en la ventana, veo cuadrada la televisión que absorbe la mirada y la sostiene allí congelada infinita. El cuerpo frente al aparato. Imágenes rápidas. El discurso del poder que llega a través de la antena. Noticia. Verdadero Falso verosímil. El cuerpo define la creencia. Comienza por una agudeza estomacal y va subiendo, movimientos peristálticos ascendentes hasta la laringe, emito un juicio. Casi todo lo que allí veo es falso. La realidad es mi creación según la observación. El cuadrado se hace triángulos. La punta del cebollino forma un hermoso cono. Luz, sombra. Un triangulo equilátero de la cortina. El circulo de la bombilla se hace incandescente. Circulando en el circulo hago círculos sobre mi círculo, círculo diario. Cuando niña veia a los animales del zoológico caminar en círculo, ahora yo camino igual que ellos. El encierro es mental. Dos cuadrados hacen un rectángulo, circulo sobre este. Mis pasos son puntos. Doy saltos, salto puntos. Un punto un salto. Una linea. Otra linea al abrir las piernas. Las piernas se salen del tronco y caminan solas. El tronco se separa saltando un punto y la cabeza queda allí siendo otro punto. Un punto atrae otro punto y otro más, una línea. Sostengo la línea entre mi pierna y el brazo contrario. Cambio de línea, pierna y brazo contrario. Sube. Baja. Un punto un salto. Un punto, una línea, un ángulo. Apertura; Inhalo, exhalo surya namaskar para alinear, corrijo, segundo a segundo cada inhalación, cada postura, conozco mi cuerpo pero al mismo tiempo me desconozco. Ya no sé quién soy, me alejo de este plano terrenal, me acerco a la nada, mente en blanco, grado cero.

sábado

Noche x


El bosque aparecía una y otra vez en el camino. Mientras rodaba por la carretera se dejaban ver cada una de las entradas que conducen a la montaña. La primera con una señalización muy llamativa, pero yo buscaba la entrada en la que encontraría el árbol de frutos junto a la vereda. Aunque ya el sol se despedía, los últimos rayos iluminaban las hojas mostrándome la ruta, podía reconocer los matices. Había un degrade como si a propósito quisieran indicarme que llegaría a la claridad y de repente, un árbol explotado en rojo. Dejo ver sus frutos amarillos. Eran mangos. Todo el árbol era rojizo verde y la luz reflejaba sobre los frutos. Detuvimos el auto. Ella, ella, el, aquel y yo. Nos contamos, nos miramos. Ya estábamos allí. Identificamos algunas señales. Aquel no era un lugar prohibido pero necesitaba comprobar que la teoría era cierta. Escuché el sonido de las vías del tren, las habíamos dejado hace rato, subir este cajón, todas las curvas que condujimos, asi todo las hacía sentir al lado. ¡El tren, el tren, como extraño viajar en tren! Trepamos al árbol para endulzar nuestros cuerpos antes de comenzar. Fructosa, fructosa, hilos amarillos, dientes encajados en la fruta, fructosa, fructosa. Los pájaros revoloteaban alborotados picoteando las frutas maduras. Deliciosas. Tenían un efecto estimulante. Mis brazos se separaron del resto del cuerpo y comenzaron a aletear. Sobrevolé el árbol. Canté una canción irreconocible en este preciso momento, hasta desconocía que podía emitir tal agudeza de laringe.

Sentía que estaba en lo alto de mi ser dejando bajo el árbol

Una sombra que se hacía incandescente e intentaba subir por las ramas. Intenté separarme de ella pero seguía aferrada a mí. En mi aleteo con fuertes movimientos me desprendí de ella y pude observar como una lágrima brotó de ella humedeciendo la brisa. Ella era pesada. Quedó adherida a mis patas un fragmento de ella. Aletié más fuerte pero el fragmento de sombra seguía allí. Suave. Pero su peso se iba haciendo más ligero a medida que alzaba el vuelo. Hasta que me desprendí de ella por completo. La dejé atrás para seguir por otra rama, no me había detenido antes en la cantidad de brazos que tiene un mango, pareciera ni notar mi presencia. Está la espina dorsal, gruesamente rugosa, luego son cinco seis ocho brazos, manos también. Elijo por cuál seguir. Un brazo me lleva a otro y de ese salto al siguiente. Palpo la corteza con mi mejilla, su suavidad me saluda. Siento poco a poco las largas hojas y la savia brota, inundando el aroma verde, pienso en la jalea que voy a preparar con los frutos, el chutney todas las especies que lleva, pimienta, clavos, pasas, aji, muerdo la fruta y sus hilos se quedan en mis dientes. Veo a lo largo, desde arriba el camino de la montaña pero el árbol me abraza, afirma atrapa. Escucho unos pasos acercarse desde otra rama, de seguro será uno de sus habitantes inspeccionando la llegada de una afuerina. Sabo a mango, pero de seguro no huelo a la frescura dulce. Contengo la respiración pasando desapercibida. Inhalo exhalo suave, retengo. Aguanto el aire, aguanto mi humanidad. Me adhiero a las ramas del mango bañándome en su savia, la dejo correr por mi piel, penetra en mis poros, entra en la sangre, en las células, corre por mis venas y llega al fondo de mi corazón que late cada segundo con su ritmo preciso y galopante. Estos latidos sus latidos vibrando en sintonía. La luna gobierna nuestros sentidos. Ella alimenta la vida. Lo blanquecino empieza tenue a aparecer entre las hojas y las ramas. Esta noche nos acompaña en creciente, la savia viene en ascendente. Subo la rama para sentir esa energía en la copa
https://ssl.gstatic.com/ui/v1/icons/mail/images/cleardot.gifY descubro un pequeño nido de pájaros. Me acomodo para no estropearlo. Las ramitas se ven a lo lejos. Escucho el cantar de las ranas. La lechuza también me saluda. Unos murciélagos revolotean el árbol en busca de alimento. He visto pasar unas luciérnagas con su tintinear brillante blancuzco. Los grillos allá abajo han dado comienzo a la serenata nocturna. Mi respiración se ha acoplado como un sonido más, alguien aúlla a lo lejos. Las estrellas me sostienen en su regazo. Los grillos son intensos, un perro ladra, que estará buscando, el mango está fuerte y me sostiene, se ha convertido en una cueva, floto y bailo. Bailo y floto al dulzón de la sabrosura, voy en el ritmo como una nube va en el viento me resuena la canción y bailo bailo bailo. Muevo las piernas, meneo la cadera, subo bajo los brazos, bailo flotando. Floto bailando entre las hojas, soy la protagonista de muchos ojos esta noche presente
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lunes

Día x

Aún con los ojos cerrados escucho llegar esa canción de despertador, no recuerdo porque quise ponerlo en estos días ya he perdido el horario y el despertar se ciñe a cualquier hora. Es su suave melancólica voz que me dice - hace años lo repite- la huella de esta fantasía, qué he hecho, oh! esta incertidumbre me está tomando el control, me está tomando. Así de incierto, abro un ojo luego abro el otro, la luz penetra y me deja casi enceguecida, pero así es el día. Me muevo y observo directo a la ventana: primero se ve borrosa, luego poco a poco va entrando en foco el cebollin, que siempre crece en la mañana con la primera luz del día. Sus alargadas hojas puntiagudas quieren tocar también al sol. Lo veo alargarse. Escucho al fondo la máquina de escribir una tecla inhalo una tecla y dos traen a mi una sensación de estar respirando a i r e, frescura que había olvidado de años respirando ollín tecla aquí ahora tecla siento lo que es de allá una tecla exhalo, otra tecla refresca mis fosas tecla va limpiando los ductos tecla tecla tecla El sonido de la máquina me levanta de inmediato.. Ha comenzado el día, lo sé, pero el cebollino no ha crecido lo suficiente. Tal vez la fotosíntesis también se ha encerrado. Sin querer salir. Sin poder salir. La tierra que rodea al cebollino está seca. Hundo mi dedo en la tierra y la palpo mientras la máquina continua en su caminar. Esa falta de agua es mía, me chupo el dedo, salivo. La máquina trota yo salivo la máquina corre yo salto de la pieza siendo la única posibilidad de salir. La máquina corre veloz yo salto sin parar con la boca entierrada, salivo. Tomo la guitarra y sigo los pasos de la máquina, algunas notas suenan suenan y comienzo a sentir el tiempo, el tempo, mi cintura no se detiene y bailo. Escucho nuevamente el despertador. Estoy despierta bailo al ritmo de Beth. Vuelvo a tener quince pensando que mi cuerpo es ágil y flexible. Me desplomó en el suelo sintiendo mis extremidades estirarse, quiero estirarme más aun. Respiró hondo la frescura del cebollin inunda la voz suave del despertador, la máquina se ha detenido. Ahora, la melodía está en las cuerdas, aquí estoy enraizada al suelo, mi boca sabe a tierra. Creo que puedo tocar esa canción, lo intento una y otra vez, las cuerdas, los dedos junto a los trastes, controlar la tensión de la cuerda, mientras pienso en la medida y en las medidas de control de todo aquello que esta fuera de la pieza. Tomo una hojita del cebollino y la masticó. Tal vez deba usar crema dental. Pero es hálito verde. Frescura refresca los dispositivos. El hálito libera la mínima cuerda de la tensión, la pasta dental controla mi día. La olvido conciente así sea un día diferente. Aún no controlan mi cepillada, si bien sabia que no debía haber comprado esa pasta dental Me habían aconsejado que usara bicarbonato con hojas de menta, pero ese sabor era un tanto amargo. Acto de capital y de consumo lavo los dientes para evitar caries. Lavo las manos para evitarlo. Lavo. La suciedad del sistema del consumo del parasitismo que vive en cada muela en cada diente. ¿Será que hay un límite en el control? ¿Hemos alcanzado los límites del capital? ¿Ha explotado el consumo? Traspasamos los límites de lo posible y sólo queda lo absoluto mientras las encías las limpio con agua y sal, el bicarbonato ralla los dientes. Lavo los dientes, despierto, lavo mi cara despavilo, lavo mis manos, lavo mi cara. Suave la espuma del jabón despereza mis músculos faciales. Tengo que usar los lentes. Donde los he colocado. El tacto es preciso. El foco y el fuera de foco en ajuste permanente: la forma de mi reflejo el fondo de la puerta blanca la forma de este día el fondo de la taza de café me trae recuerdos sobre por que la escritura de ese texto estaba tan vinculada a las emociones que no podía continuar escribiéndolo. Hoy 100 años después vuelvo a revisar los apuntes de aquel boceto de libro y siento que la emoción del presente me cegaba y no me permitía continuar. Leer la escritura propia desde la distancia para encontrar la raíz de todo aquello. Lo que era necesario decir para contar la historia. Separar la ficción de lo documental. Remover los archivos. Sacar a pasear el monstruo. Me coloque los zapatos. Cruce el cordón de la imagen fija y até el guión. Re leí sin hacer edición salvo de acentos, en este siglo la acentuación ha cambiado abismal. No así la puntuación, eso lo dejamos al azar aún. Como invitamos a la ficción, sin puntuar. Una tecla un punto dos teclas dos puntos, tres teclas punto seguido. Desatiendo la mirada del texto, me miro. ¿Porqué comenzar con la pregunta? ¿Es esa es la raíz? Ha llegado la hora de la frase matutina: ¿cómo llegué hasta aquí? No es necesario saberlo pero los controles del estado gobierno son una masa uniforme de moscas alrededor de lo deshecho. Control policial control militar control laico control evangélico. Ni siquiera puedo controlar la comida o los movimientos del cuerpo. Pero me voy a caminar. Completamente cubierto el cuerpo y rostro salgo a caminar. Pero ya no siento, Siento lo diferente de mi cuerpo y el estar. Siento la diferencia de la salida cubierta, he descubierto que mi cuerpo es otro. El mismo cuerpo otra pisada. Control estatal control mental control movimiento control corporal. Siento el aire, el otro aire. Pienso en la otra posibilidad, tomar un camino al azar. Cruzo a la izquierda luego a la derecha sigo recto y hay dos vías de tren que conducen a laberintos opuestos, la salida he de descubrirla caminando e incorporando un hilo en el camino dos veces a la izquierda doblo sigo recto le doy al hilo para ver si endereza el camino, doblo a la derecha, no puedo, doy un paso atrás y sigo otros pasos más. Ya desconozco mi nuevo caminar, le doy más hilo al hilo esperando me muestre el camino. Escucho una voz que me llama:

- ¿dónde vas?

- busco el camino

- hace rato lo has dejado atrás

- ¿quién eres?

- quien soy

- El cebollino continúa creciendo, el cuerpo sigue de pie

- la opción es crecer

- pero algo se ha detenido, se ha dado cuenta

- ¿cuántas cuentas tiene usted?

- más de cien colgadas al cuello

- debe liberarse

- estoy atada a una soga

- es tan sólo tu mente que te tiene atada, debe liberarse

- usted anda descalzo

- usted anda exuberante

- usted es Prometeo

silencio