lunes

Día x

Aún con los ojos cerrados escucho llegar esa canción de despertador, no recuerdo porque quise ponerlo en estos días ya he perdido el horario y el despertar se ciñe a cualquier hora. Es su suave melancólica voz que me dice - hace años lo repite- la huella de esta fantasía, qué he hecho, oh! esta incertidumbre me está tomando el control, me está tomando. Así de incierto, abro un ojo luego abro el otro, la luz penetra y me deja casi enceguecida, pero así es el día. Me muevo y observo directo a la ventana: primero se ve borrosa, luego poco a poco va entrando en foco el cebollin, que siempre crece en la mañana con la primera luz del día. Sus alargadas hojas puntiagudas quieren tocar también al sol. Lo veo alargarse. Escucho al fondo la máquina de escribir una tecla inhalo una tecla y dos traen a mi una sensación de estar respirando a i r e, frescura que había olvidado de años respirando ollín tecla aquí ahora tecla siento lo que es de allá una tecla exhalo, otra tecla refresca mis fosas tecla va limpiando los ductos tecla tecla tecla El sonido de la máquina me levanta de inmediato.. Ha comenzado el día, lo sé, pero el cebollino no ha crecido lo suficiente. Tal vez la fotosíntesis también se ha encerrado. Sin querer salir. Sin poder salir. La tierra que rodea al cebollino está seca. Hundo mi dedo en la tierra y la palpo mientras la máquina continua en su caminar. Esa falta de agua es mía, me chupo el dedo, salivo. La máquina trota yo salivo la máquina corre yo salto de la pieza siendo la única posibilidad de salir. La máquina corre veloz yo salto sin parar con la boca entierrada, salivo. Tomo la guitarra y sigo los pasos de la máquina, algunas notas suenan suenan y comienzo a sentir el tiempo, el tempo, mi cintura no se detiene y bailo. Escucho nuevamente el despertador. Estoy despierta bailo al ritmo de Beth. Vuelvo a tener quince pensando que mi cuerpo es ágil y flexible. Me desplomó en el suelo sintiendo mis extremidades estirarse, quiero estirarme más aun. Respiró hondo la frescura del cebollin inunda la voz suave del despertador, la máquina se ha detenido. Ahora, la melodía está en las cuerdas, aquí estoy enraizada al suelo, mi boca sabe a tierra. Creo que puedo tocar esa canción, lo intento una y otra vez, las cuerdas, los dedos junto a los trastes, controlar la tensión de la cuerda, mientras pienso en la medida y en las medidas de control de todo aquello que esta fuera de la pieza. Tomo una hojita del cebollino y la masticó. Tal vez deba usar crema dental. Pero es hálito verde. Frescura refresca los dispositivos. El hálito libera la mínima cuerda de la tensión, la pasta dental controla mi día. La olvido conciente así sea un día diferente. Aún no controlan mi cepillada, si bien sabia que no debía haber comprado esa pasta dental Me habían aconsejado que usara bicarbonato con hojas de menta, pero ese sabor era un tanto amargo. Acto de capital y de consumo lavo los dientes para evitar caries. Lavo las manos para evitarlo. Lavo. La suciedad del sistema del consumo del parasitismo que vive en cada muela en cada diente. ¿Será que hay un límite en el control? ¿Hemos alcanzado los límites del capital? ¿Ha explotado el consumo? Traspasamos los límites de lo posible y sólo queda lo absoluto mientras las encías las limpio con agua y sal, el bicarbonato ralla los dientes. Lavo los dientes, despierto, lavo mi cara despavilo, lavo mis manos, lavo mi cara. Suave la espuma del jabón despereza mis músculos faciales. Tengo que usar los lentes. Donde los he colocado. El tacto es preciso. El foco y el fuera de foco en ajuste permanente: la forma de mi reflejo el fondo de la puerta blanca la forma de este día el fondo de la taza de café me trae recuerdos sobre por que la escritura de ese texto estaba tan vinculada a las emociones que no podía continuar escribiéndolo. Hoy 100 años después vuelvo a revisar los apuntes de aquel boceto de libro y siento que la emoción del presente me cegaba y no me permitía continuar. Leer la escritura propia desde la distancia para encontrar la raíz de todo aquello. Lo que era necesario decir para contar la historia. Separar la ficción de lo documental. Remover los archivos. Sacar a pasear el monstruo. Me coloque los zapatos. Cruce el cordón de la imagen fija y até el guión. Re leí sin hacer edición salvo de acentos, en este siglo la acentuación ha cambiado abismal. No así la puntuación, eso lo dejamos al azar aún. Como invitamos a la ficción, sin puntuar. Una tecla un punto dos teclas dos puntos, tres teclas punto seguido. Desatiendo la mirada del texto, me miro. ¿Porqué comenzar con la pregunta? ¿Es esa es la raíz? Ha llegado la hora de la frase matutina: ¿cómo llegué hasta aquí? No es necesario saberlo pero los controles del estado gobierno son una masa uniforme de moscas alrededor de lo deshecho. Control policial control militar control laico control evangélico. Ni siquiera puedo controlar la comida o los movimientos del cuerpo. Pero me voy a caminar. Completamente cubierto el cuerpo y rostro salgo a caminar. Pero ya no siento, Siento lo diferente de mi cuerpo y el estar. Siento la diferencia de la salida cubierta, he descubierto que mi cuerpo es otro. El mismo cuerpo otra pisada. Control estatal control mental control movimiento control corporal. Siento el aire, el otro aire. Pienso en la otra posibilidad, tomar un camino al azar. Cruzo a la izquierda luego a la derecha sigo recto y hay dos vías de tren que conducen a laberintos opuestos, la salida he de descubrirla caminando e incorporando un hilo en el camino dos veces a la izquierda doblo sigo recto le doy al hilo para ver si endereza el camino, doblo a la derecha, no puedo, doy un paso atrás y sigo otros pasos más. Ya desconozco mi nuevo caminar, le doy más hilo al hilo esperando me muestre el camino. Escucho una voz que me llama:

- ¿dónde vas?

- busco el camino

- hace rato lo has dejado atrás

- ¿quién eres?

- quien soy

- El cebollino continúa creciendo, el cuerpo sigue de pie

- la opción es crecer

- pero algo se ha detenido, se ha dado cuenta

- ¿cuántas cuentas tiene usted?

- más de cien colgadas al cuello

- debe liberarse

- estoy atada a una soga

- es tan sólo tu mente que te tiene atada, debe liberarse

- usted anda descalzo

- usted anda exuberante

- usted es Prometeo

silencio

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